En junio de 2016, un nuevo sistema de sellos obligó a las marcas de alimentos y bebidas a sincerar los ingredientes de sus productos. ¿Qué cambios en el consumo generó la medida?
América Latina ha decido dar batalla contra la obesidad y el sobrepeso, que ya afectan al 58% de su población, según el último informe elaborado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Desde México, con el impuesto a las bebidas azucaradas, hasta Ecuador, que implementó un sistema de semáforo nutricional, son cada vez más los gobiernos que toman medidas concretas para mejorar los hábitos de alimentación y consumo de sus habitantes.
En 2016, le llegó el turno a Chile, que se encuentra entre los tres países con más sobrepeso de la región. A través de la Ley de etiquetado de alimentos, vigente desde junio de ese año, estableció una serie de disposiciones, entre ellas, la aplicación de sellos de advertencia, color negro, para todos los productos alimenticios con alto contenido calórico, de grasas saturadas, azúcares o sal.
Para los expertos, se trata de una medida que podría convertise en modelo para otros países de Latinoamérica. Pero ¿resultó efectiva? ¿Cuánto afectó el consumo en el mercado chileno? Una investigación realizada por la consultora Nielsen[1] arroja un primer dato interesante: a mayor cantidad de sellos en un producto, mayor el impacto en sus ventas.
La conclusión surge tras analizar el consumo en supermercados de más de 19.000 productos con y sin etiquetado, en 30 categorías (bebidas sin alcohol, lácteos, snacks y golosinas, aderezos, panificados y sopas y caldos, entre otras), durante los 10 meses posteriores a la entrada en vigencia de la ley, comparándolo contra los mismos 10 meses del año anterior.
El estudio mostró que, mientras los productos sin sello tuvieron un sólido crecimiento en volumen de ventas, los productos con etiquetas presentaron un desempeño muy pobre, con niveles de ventas prácticamente idénticos a los del año anterior. Este comportamiento se observa en casi todas las categorías analizadas, tanto en alimentos como en bebidas. Desde luego que la oferta juega un papel importante en la evolución de cada grupo de categorías, en tanto empieza a haber mayor oferta de productos reformulados para evitar tener el rótulo “alto en”.
Otra conclusión que se desprende de la investigación es que el sello que mayor variación negativa tuvo en las ventas fue el de “alto en azúcares“.
Estos resultados están en línea con los obtenidos por la Universidad de Chile, a seis meses de la aplicación. Según este estudio, el 67% de los entrevistados seleccionan productos con menos etiquetas. Además, destaca que la presencia de sellos “alto en” influye en la decisión de compra del 90% de las personas.
Ambos análisis aportan luz al debate que generó el proyecto, y otorgan un primer triunfo: en Chile, le ley resultó exitosa para impulsar el cambio en la composición de algunos productos y para aumentar la conciencia de los consumidores sobre los alimentos que eligen. También permiten corroborar que el consumidor, finalmente, traduce en sus hábitos de compra aquellas actitudes que manifiesta en las encuestas, donde dice dar importancia a los rótulos que tienen los productos.
La Ley de etiquetado se irá aplicando gradualmente y, en el futuro, las exigencias en cuanto al contenido de calorías, azúcares, sodio y grasas serán mayores. Por esa razón, lo ideal es reformular lo antes posible, y hacerlo la menor cantidad de veces. Así, el cambio no solo tendrá menos impacto en el consumidor, sino que además ahorrará costos de desarrollo al hacer las modificaciones en menos etapas.
[1] Estudio realizado por Nielsen para Givaudan en chile para 30 categorías con información a total supermercados en 2 años de historia. Para conocer más, contáctanos.
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