Sustentabilidad

Vainilla: promover un cultivo responsable

La vainilla es uno de los principales insumos para la industria de alimentos y bebidas. Para asegurar un suministro de calidad a lo largo del tiempo, es necesario pensar y actuar de manera sustentable para no agotar un recurso natural tan valioso. Desde México hasta Madagascar, el cultivo de vainilla debe hacerse respetando a las comunidades locales y el ecosistema.

La vainilla es, tal vez, uno de los sabores preferidos para miles y miles de consumidores en todo el mundo. Presente en una infinidad de alimentos y bebidas, se trata de un sabor más complejo de lo que se cree, compuesto por notas únicas que le confieren ese gusto que la hace inigualable. Capaz de transportarnos a la infancia y de despertar recuerdos sensoriales asociados a momentos de disfrute, su adecuado cultivo se vuelve fundamental para preservar su existencia y su suministro.

Hasta llegar al helado o al refresco que los consumidores saborean, la vainilla recorre un largo camino, marcado por el ritmo de la naturaleza y por el trabajo artesanal que realizan los productores locales. No se trata de un cultivo simple: el crecimiento y la curación de la vainilla requiere de tiempo, esfuerzo y experiencia y se limita a unas pocas y muy específicas zonas geografías del mundo.

La vainilla proviene de un tipo específico de orquídea trepadora que crece, principalmente, en climas subtropicales y húmedos, y prospera solo en un buen suelo. Su polinización es manual y debe hacerse en determinadas horas del día, que es cuando la flor se abre. Varios meses después, el fruto estará listo para cosechar y será momento de su secado para que concentre todo sus sabores. Su riqueza aromática y calidad dependerá de que todo el proceso sea cuidado en cada detalle y en cada paso.

Conocer el viaje de la vainilla desde la planta, permite comprender la importancia de cuidar este recurso vital para la industria y de asegurar una obtención sustentable, que respete tanto al medioambiente como a las personas que viven de su cultivo.

Hoy, el 80% de la vainilla se cultiva en Madagascar, pero sus orígenes se remontan a México, cuna de la Vanilla planifolia, una de las tres variedades que se utilizan para la extracción de aromatizantes. Fueron los totonacas quienes descubrieron la “flor recóndita”, como la llamaron. Más tarde, los aztecas la rebautizaron como “flor negra” y fueron los primeros en utilizarla para enriquecer una bebida que elaboraban con cacao. Del corazón de América, llegó a España de la mano de los conquistadores y, pronto, su aroma y su sabor enamoraron al resto del Europa.

La vainilla mexicana, por las condiciones climáticas y por mantener técnicas de cultivo ancestrales, se trata de una de las mejores del mundo y, sin embargo, su supervivencia peligra por distintas causas. Inherente a la cultura y a la historia mexicana, es necesario trabajar en su revalorización y proteger la especie para asegurar el suministro por muchos años más.

La creciente demanda por productos más naturales, orgánicos y vinculados con los orígenes de cada cultura genera una gran oportunidad para la vainilla en general, y la mexicana en particular. A la vez, se corre el riesgo de generar mayor presión sobre los recursos naturales que son tan valiosos y endebles. En ese sentido, la industria debe encontrar alternativas innovadoras para dar respuesta, de manera sustentable, a los intereses de los consumidores.

Una de las formas es asumir un rol activo en la cadena de suministro, trabajando en conjunto con los agricultores locales. Ellos son el primer y fundamental eslabón para que la vainilla llegue, luego, a cientos de alimentos y bebidas que los consumidores disfrutan. Al fomentar buenas relaciones, es posible desarrollar nuevos métodos que mejoren la productividad, potencien la calidad del producto y resulten más eficientes para satisfacer la demanda actual, al tiempo que se protege el ecosistema local.  Además, al involucrarse, se adquiere un mayor entendimiento de las dificultades que atraviesa la comunidad y, juntos, se pueden pensar acciones que beneficien su calidad de vida.

Desde el guaraná hasta la vainilla, pasando por otros miles de ingredientes naturales, cómo se aprovisiona la industria es un tema de interés para clientes y consumidores. Así, realizando un suministro transparente y con trazabilidad, es posible garantizar a los diferentes grupos de interés que los ingredientes se obtienen cuidando lo más preciado: las personas y el planeta.

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