Existen en Latinoamérica cientos de ingredientes naturales que son vitales para la industria de alimentos y bebidas. Hacer un abastecimiento responsable y apoyar a las comunidades locales es el camino para pensar una industria a largo plazo.
En Taperoá, al sur de Bahía, es tiempo de cosechar. Un grupo de productores locales recoge uno a uno los frutos maduros del guaraná —esa fruta que se parece a los ojos de las personas, según el origen de su nombre en tupí-guaraní— y los guarda en los sacos que cargan en sus hombros. Luego, secarán las semillas al sol para elaborar el extracto de guaraná que comercializarán. A lo largo de las áreas fértiles del Bosque Atlántico, entre enero y abril, otros agricultores harán lo mismo en sus zonas.
Parte fundamental de la historia, la cultura y la biodiversidad brasileña, el guaraná tiene gran relevancia socioeconómica para las familias agricultoras que viven de su cultivo. Paulinia Cupana es el nombre científico de la planta, característica de la región amazónica, donde fue encontrada y utilizada por comunidades indígenas conocidas como “saterê-mawé”. Aunque es típica del Amazonas, comenzó a cultivarse en los años 70 en las tierras fértiles del Bosque Atlántico en el sur de Bahía, estado responsable de la mayor producción nacional en la actualidad. Rico en vitaminas y estimulantes como la cafeína, el extracto de guaraná es un ingrediente natural muy utilizado en la industria alimenticia, sobre todo, para la elaboración de bebidas, tanto en Brasil como en el resto de Latinoamérica.
El guaraná es uno de los mayores tesoros de Brasil y, muchas veces, se encuentra mal explotado por falta de recursos y conocimientos adecuados. El manejo incorrecto del suelo, la deforestación en busca de nuevas áreas fértiles, la falta de acceso a saneamiento básico y carreteras que faciliten el transporte, y el alto grado de analfabetismo de la región, entro otros factores, refuerzan la necesidad de implementar iniciativas que protejan el medioambiente y mejoren la capacidad productiva y la calidad de vida de las comunidades.
Como el guaraná, existen cientos de ingredientes naturales preciados, y a menudo escasos, que provienen de lugares vulnerables por el contexto político-económico y medioambiental que los rodea. En este sentido, las empresas que se abastecen de esos recursos tienen la responsabilidad de velar por ellos y las comunidades involucradas. Por un lado, porque no hay industria que dependa de insumos naturales que pueda asegurar el abastecimiento en el largo plazo si no asume un rol activo en la protección de las fuentes naturales y en mejorar las condiciones de vida de las personas que se encargan de producirlos. Por otro lado, porque los consumidores demandan cada vez más transparencia y desean saber de dónde provienen y cómo fueron elaborados los productos que compran.
El abastecimiento en origen permite trabajar de forma cercana con las comunidades y tener una visión más clara de la cadena de suministro. De este modo, se logra hacer un uso más eficiente de los recursos e involucrarse para mejorar el cultivo y las formas de producción. Al establecer un contacto cercano con cada una, se pueden entender los desafíos que enfrentan y desarrollar acciones que los ayuden en su vida cotidiana y en la labor que realizan para producir las materias primas que luego la industria utiliza. Al ayudar a los productores y proveedores locales a aumentar la productividad y la calidad, es posible garantizarles una fuente estable de ingresos, que es esencial para fortalecer el tejido de su comunidad.
En 2015, la ONU estableció la Agenda 2030 con 17 objetivos para alcanzar un desarrollo sostenible. Promover el crecimiento económico a través de empleos de calidad y fomentar un consumo y producción sostenible, mediante el uso eficiente de los recursos y reduciendo el impacto ambiental, redundará en una mejor calidad de vida para todos los habitantes del planeta. Un ejemplo de esto es el Programa Sourcing at Origin de Givaudan, que contribuye con estas metas en el suministro de guaraná.
La industria de alimentos y bebidas puede aportar a estas metas al involucrarse en la cadena de suministro e identificar los puntos críticos que requieren un mayor compromiso. Construir relaciones de confianza con los productores de Latinoamérica, y del resto del mundo, es asumir una visión estratégica de la sustentabilidad para, entre todos, cuidar las materias primas de las que tanto dependemos.
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